A mitad de siglo XVIII, Tobarra tenía unos 3200 habitantes, de los que 2900 aproximadamente, vivían en la cabeza del municipio. La población vivía, como el resto del país, de la agricultura, destacando la producción de granos, cáñamo, y en menor medida uva y aceite. También destaca la producción sedera de la localidad.

Son, no obstante, años muy difíciles, existe un pósito municipal en el que se guarda grano todo el año para abastecer a la población y para su venta por un bajo precio a los agricultores en época de siembra. Los años de malas cosechas obligan al municipio a aplicar medidas proteccionistas para garantizar las existencias de grano, estas medidas chocan con las intenciones liberalizadoras del gobierno central y además distorsionan el mercado, favoreciendo la especulación. Las malas cosechas se suceden, poco a poco el pósito se va vaciando, mientras el precio del grano se dispara, finalmente, uno de los encargados del pósito, que a su vez es suegro del alcalde, compra trigo a un precio sensiblemente superior al del mercado para el pósito, aprovechando la circunstancia de que el propio alcalde está ausente, la situación se vuelve tensa, la población acusa al concejo de comprar trigo con intención de especular con él mientras el pueblo pasa hambre, finalmente, el Domingo de Resurrección de 1766 Tobarra se levanta en el contexto del Motín de Esquilache. Precisamente la noche anterior había pernoctado en Tobarra el propio Marqués de Esquilache en su camino al destierro. Tobarra es el segundo lugar de España, tras la capital, en levantarse ante una situación considerada injusta.